9 de noviembre de 2009

La noche que se rompió el muro


Veinte años separan estas dos imágenes. La primera se tomó en 1989 (AP). La segunda es de anoche (EFE).

Hace 20 años caía el Muro de Berlín. De un lado y de otro, empezaron a romper la barrera que separaba las dos Europas. Y gracias a la caída de esa pared que dividía Berlín, el mundo que conocíamos cambió.

Yo no recuerdo dónde estaba esa noche. Seguramente dormía feliz en mi habitación. Yo sólo tenía 11 años, pero sí recuerdo que eso supuso cambiar los libros de Historia y, al fin y al cabo, para una niña tener que olvidar lo estudiado y estudiar algo nuevo sí que le influye, jeje.

Una de mis películas preferidas es Good Bye, Lenin!. Estupendamente protagonizada por actores alemanes aquí desconocidos, nos reveló una gran pequeña historia conducida por Daniel Brühl, quien intenta que su madre no descubra que su universo comunista ha desaparecido y que la RDA abrazaba por fin el capitalismo.

Películas aparte, hace un par de años viajé hasta el corazón de Europa y una de mis paradas fue Alemania. El primer destino fue Colonia, conocida por su enorme catedral (toda sucia por la contaminación) y poco más. La verdad es que se nota que es una de las ciudades más industrializadas de Alemania porque sólo ves edificios horrendos, pocos edificios antiguos (parte de la culpa se la debe a la II Guerra Mundial) y bastante suciedad (favorecida por el hecho de que el alcantarillado no esté bajo tierra...).

La siguiente parada fue Berlín. Recuerdo que esperaba ese día con ilusión y mucha, muchísima curiosidad. Quería saber si realmente la ciudad estaba totalmente integrada, si vería las diferencias entre el lado oriental y el occidental... Aunque suponía que de la antigua RDA no quedaría ningún resto. ¡Qué equivocada estaba!

A salir de mi error ayudó que el hotel se encontraba en la zona oriental. Calles anchísimas, bastante césped y edificios de hormigón, muchos de ellos medio abandonados y con numerosas pintadas.

En el centro de la ciudad las diferencias aún se notan. La Puerta de Brandenburgo diferencia entre calles anchas y calles algo más estrechas; edificios monumentales y con mucho hormigón, y viviendas habituales en cualquier ciudad europea... Por no hablar de las balas, cuyas marcas aún eran visibles en numerosos edificios del centro.

Parte del Muro de Berlín que aún se puede ver en pie en el centro de la ciudad.

Y para que los alemanes y todos aquellos que visitan Berlín no se olviden de lo sucedido y de que un día hubo un muro que dividió, no sólo una ciudad, sino también familias enteras, una línea de ladrillo sobre el asfalto recuerda el lugar que antiguamente ocupaba el Muro. Hoy, piezas del Muro de Berlín se encuentran repartidas por todo el mundo. Este año, por ejemplo, me encontré con dos piezas enteras en una miniplaza de New York. Y hoy acabo de descubrir que en Madrid también se conserva un pedazo del Muro en el Parque de Berlín.

El Muro de Berlín, en plena Gran Manzana.

Esto me recuerda que al poco tiempo de la caída de la "pared europea", revistas españolas empezaron a vender con sus ejemplares un pedacito del tamaño de un puño o incluso menor del Muro de Berlín. Muchos de ellos, por cierto, eran falsificaciones.

Como parte de esa generación con suerte nacida en el 78 (al menos es lo que yo creo), espero seguir viviendo más caídas de vergonzosas barreras que aún separan a algunas familias. La frontera entre las dos Coreas es un buen ejemplo, al igual que el muro que separa Israel de algunas ciudades palestinas, como es el caso de Belén.

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